viernes, 16 de marzo de 2018

Comentario del dominio de la encina



DOMINIO DE LA ENCINA


Nos hallamos ante un mapa de la Península Ibérica y Baleares que representa en dominio de la encina. Este dominio abarca prácticamente toda la España de clima mediterráneo, por lo tanto estamos ante un clima muy irregular respecto a su régimen térmico, con acusadas sequías estivales, elevado índice de evapotranspiración, muchos casos de inviernos rigurosos, sobre todo en las zonas continentales y montañosas.
El bosque natural es esclerófilo y perennifolio, es decir, una vegetación adaptada a la aridez. La encina común y su variedad más xerófila denominada carrascas es la mejor adaptada a estas condiciones climáticas. Se trata de un árbol de hoja pequeña, perenne y coriácea, con un tronco grueso, poco exigente en cuanto a la naturaleza mineralógica del suelo, pues vegeta con frescura en los suelos arenosos y sueltos procedentes de la descomposición de rocas graníticas o de cuarcitas, aunque parece abundar más en los terrenos calizos. Su crecimiento es lento, pero desarrolla raíces gruesas y profundas cuando el terreno lo permite. El tronco grueso de ramaje denso, forma una copa bastante ancha y redondeada que da mucha sombra durante todo el año. El fruto es la bellota.
Su madera es de gran calidad, y sirve tanto como carbón vegetal como para herramientas de trabajo agrícola, obras hidráulicas y ebanistería. Su fruto alimenta en la montanera a grandes piaras de cerdos de raza ibérica, muy apreciada en todo el mundo.
El sotobosque característico es de gran variedad y riqueza floral: destacando la jara, el lentisco, el torvisco, el tomillo, la lavanda o el orégano.
La encina es el árbol ibérico por excelencia.

Escasea en las provincias gallegas aunque en el Sur de Lugo existen encinas aisladas que vienen a enlazarse con rodales de la provincia de Orense. Escasea también en las zonas de media y alta montaña, y en las regiones de clima subdesértico como Murcia y Alicante. Tampoco se encuentra en las Islas Canarias.
En los encinares de Salamanca, Cáceres, Badajoz y Huelva, se desarrollan formando dehesas, es decir, bosques aclarados que combinan el uso forestal con el aprovechamiento agrícola, manteniendo un equilibrio ecológico encomiable.


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